En la senda de la recuperación
El equipo de Jorge Almirón, que venía de golear a Monagas por la Copa Libertadores, volvió al triunfo por el torneo local en La Bombonera.
o ganó Boca. Lo perdió Sarmiento. No, no es pura lógica. Así pasó, así abrió el candado, así se quebró el partido. El Xeneize lo ganó porque nunca dejó de buscar, de insistir, de golpear la pared. Sin embargo, lo ganó de la forma menos pensada: de contra. Así le sacó provecho a dos errores de su rival (uno increíble, por un anillo) y liquidó la historia sin más. Para recuperarse en el torneo (luego de tres sin victoria en la Liga), para volver a festejar en la Bombonera (tras la goleada ante Monagas por la Copa Libertadores) y para confirmar la buena racha con Almirón de local (siete triunfos, un empate y sólo una derrota).
A Boca, igual, le costó más de la cuenta. Sobre todo, en el primer tiempo. Ahí, tuvo más posesión que situaciones. Casi un sello de este ciclo de Almirón jugando de local. Salvo en el último partido por la Copa, ante Monagas, donde se salió del molde con una goleada contundente, por lo general repitió ese patrón: mueve la pelota, la tiene, parece contar con el control del juego y del espacio, pero sin profundidad, sin llegadas claras, sin peligro. Y en el fútbol, eso mismo, es como tenerlo todo sin tenerlo nada.
El DT de Boca, una vez más cambió la disposición táctica desde el arranque: esta vez fue un 4-2-3-1 que tuvo a Varela y Rolón como doble cinco (Alan, incluso, más retrasado, casi un tercer central, para ser salida, primer pase, conducción desde el fondo) y Medina más suelto, con Pol Fernández y Barco como puntas de lanza. Merentiel, de ese modo, quedó más solo que nunca. No es una descripción. Es una definición: Merentiel, así, quedó más solo que nunca.
Por eso, Almirón tuvo que volver a modificar ese plan inicial. Porque su equipo no sólo no tuvo llegadas (apenas una sola, de Medina, insuficiente para justificar el 85% de posesión en esa etapa), sino que en esa primera mitad tampoco tuvo sorpresa, ni cambio de ritmo, ni desequilibrio. Entonces, salió Rolón y entró Oscar Romero.
Al igual que en muchos partidos del torneo, clave Merentiel para romper el cero. (FTP Clarín MFBuente)
De ese modo, sin espíritu ni vocación para jugar de extremo, Pol retornó al medio y el paraguayo se movió suelto, buscando pase entre líneas, algunas asistencia que pudiera romper el cerrojo que armó Sarmiento, con probado oficio para defender y poca ambición para atacar, más allá de que Melano tuvo dos mano a mano: uno se lo tapó Romero y en el otro, remató desviado.
Por todo, por su previsibilidad, a Boca le costó romper atacando. Y el gol llegó… contraatacando Pol Fernández, de gran segundo tiempo, interceptó un pase con Sarmiento volcado en ofensiva y arrancó un contragolpe a campo abierto y sin candado. Hubo doble pared con Óscar Romero, centro del paraguayo y definición a la carrera de Merentiel, en la única que tuvo. Resolución de 9, con 100% de eficacia y ADN goleador.
A partir de ahí, fue otro partido. Damonte metió cuatro cambios juntos para cambiar su esencia e ir en busca del empate. A tal punto se sintió extraño en ese papel, que otra vez la perdió en ataque, tras un tiro libre a favor (y con uno menos, porque Mainero, quien iba a ejecutar esa pelota parada, increíblemente estaba afuera del campo sacándose un anillo), Romero recuperó, Vázquez (entró por Merentiel) encaró otra vez a cambio abierto y tocó a Medina que puso el 2-0 sin resistencia.
Lo ganó Boca. Lo perdió Sarmiento. No es igual. No es lo mismo. Así rompió el candado. Así quebró el partido…
De a poco, Almirón va encontrando el mejor lugar para sus piezas. (FTP Clarín MFBuente)