¡GLADIADORAS FINALISTAS!

El rival de las “xeneizes” en la final del certamen que se llevará a cabo el próximo viernes surgirá de la otra semifinal que disputarán mañana desde las 19, de Argentina, el brasileño Palmeiras con el otro equipo de Cali, América.



El partido del equipo dirigido por el exlateral derecho boquense Jorge Martínez tuvo dos momentos bien diferenciados, que coincidieron con los 45 minutos de cada período.

En la primera etapa las boquenses fueron superadas por un juego más vertical de las colombianas, que llegaron a la ventaja con un golazo de tiro libre de Jorelyn Carabalí a los 42 minutos, cuando clavó un derechazo alto contra el palo derecho del arco defendido por Laurina Oliveros, que luego tendría revancha y se convertiría en la heroína de la noche quiteña.

Pero en el complemento el equipo argentino apareció mostrando esas credenciales que lo depositaron en semifinales dejando en el camino nada menos que al poderoso Corinthians de Brasil, y llegó rápidamente a la igualdad con otro golazo, en este caso de zurda sobre el cuarto de hora de Estefanía Palomar, que había ingresado prematuramente en el primer tiempo a los 26 minutos para remplazar a la lesionada delantera Kishi Núñez.

Yamila Rodriguez celebra el gol de Estefania Palomar; el del empate de Boca ante Deportivo Cali



A partir de allí y hasta el final ambos equipos fueron en pos de la victoria que los depositara en la ansiada final del viernes, pero las redes ya no volvieron a sacudirse y todo se debió dirimir en los penales, bajo la atenta mirada de la árbitra italiana María Marotta, seleccionada para dirigir en este certamen como parte de un intercambio entre Conmebol y UEFA.

En esa instancia Boca fue pura efectividad para convertir los tres primeros disparos y Deportivo Cali total ineficacia para fallar la misma cantidad, en dos ocasiones por magistrales contenciones de Oliveros lanzándose a su izquierda y su derecha en el primero y tercero, mientras que Carabalí, la autora del tanto de las caleñas, remató sobre el travesaño.

Después llegó la celebración eufórica de las jugadores en el campo de juego del estadio Rodrigo Paz Delgado, propiedad de Liga Deportiva Universitaria, de Quito, y la consecuente desazón de las futbolistas y el cuerpo técnico del conjunto colombiano, mientras un pequeño grupo de hinchas “xeneizes” contribuía con sus gritos desde las tribunas.
 

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