El fugaz paso de Diego por Boca en el ’92

“Uno vuelve siempre a los viejos sitios en que amó la vida”, solía entonar Mercedes Sosa en Canción de las simples cosas. Un día como hoy, 14 de octubre, pero de 1992, Diego Armando Maradona materializó aquellas palabras de la Negra y volvió a Boca, club de sus amores, para disputar un amistoso con Sevilla de España.

Fue una noche especial para el astro argentino, que dijo presente en La Bombonera después de más de una década. Entre su despedida a comienzos de 1982 y el reencuentro pasó de todo: incorporación a Barcelona, batalla campal, fractura de tobillo, salida por la puerta de atrás, San Paolo en llamas, revolución napolitana, la mano de Dios y barrilete cósmico, gloria eterna en México 1986, Camorra, lágrimas de subcampeonato mundial, doping positivo, suspensión y arribo a Sevilla.

Diez años, toda una vida. Y allí estaba, nuevamente en el verde césped del Alberto J. Armando. El primer tiempo lo jugó para el conjunto andaluz, mientras que en el complemento eligió con el corazón y se vistió de azul y oro en reemplazo de Sergio Saturno.

Incluso, a los 13 minutos, aprovechó la mala salida del arquero Juan Carlos Unzué y, con un zurdazo rasante al filo del área, logró convertir el 2-2 parcial de Boca, que finalmente terminó cayendo 3-2. El resultado, no obstante, pasó a un segundo plano. Al hincha solo le importó volver a ver, aunque sea un rato, a Maradona con el escudo xeneize en el pecho y la N°10 en la espalda. Temporadas más tarde, los caminos del club y el, para muchos, mejor jugador de la historia volverían a cruzarse para cerrar el ciclo.

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